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¿Cuál es el peor olor del mundo?
Los científicos del Centro de Investigaciones Manell, en Filadelfia, crearon una sustancia considerada la más apestosa del mundo. El líquido es una mezcla de olor a muerto, con flatulencia y vómito; puede sustituir al gas lacrimógeno –que es dañino para la salud–, para refrenar movilizaciones.
¿Sabías que hay algunos síndromes que pueden engañar al olfato? Conoce dos de ellos.
Fantosmía: Mientras algunas personas nacen sin la capacidad de sentir olores, otras pueden detectar hedores repentinos e inexistentes. Esa condición la viven sobre todo quienes padecen el mal de Alzheimer. Se conocen casos de pacientes que han pasado más de una década percibiendo el mismo mal olor.
Pestilencia continua: Las personas que sufren del síndrome de referencia olfativa piensan que huelen mal todo el tiempo. Por eso se cambian de ropa obsesivamente, se bañan muchas veces y no logran concentrarse en otra cosa que no sea su propio aroma. Incluso, algunos llegan a beber perfume para solucionarlo.
¿Por qué no toleramos los malos olores?
Se trate de rosas frescas o galletas, las moléculas de olor viajan a através de la nariz y de los receptores de olor. Esta vía activa el bulbo olfativo en el sistema límbico del cerebro. Podemos recordar olores que detectamos una sola vez en la vida. Esto es porque el bulbo olfativo, que participa en la sensación de olor, está vinculado al sistema límbico en el cerebro, área asociada a los recuerdos, así lo publica Mental Floss.
Pero, por qué nos protegemos de malos olores. Resulta que los malos olores como el gas intestina, tienen moléculas más ligeras que otros y llegan más rápido a la nariz, lo que ocasiona que estos olores llegan más rápido a nuestro bulbo y nuestro cerebro recuerde que no son nada agradables.
¿Cómo responde nuestra nariz a diferentes olores?
El olfato nos permite sentir olores y gustos, nos protege de alimentos podridos y activa nuestra memoria. Al final de las cavidades nasales hay un conjunto de receptores olfativos. Reciben las informaciones del aire. Ya que los malos olores, como los de un gas intestinal, suelen tener moléculas más ligeras que otros, llegan más rápido a la nariz.
En el epitelio también están las glándulas de Browman, que generan esa materia acuosa, que la mayoría considera asquerosa, que nos sirve para hidratar y proteger al órgano de posibles infecciones.
Estimuladas por las moléculas aromáticas, las células olfativas envían impulsos nerviosos al cerebro, que traduce esa información en olores. Cuanto mayor es el estímulo, mayor la intensidad del aroma.
Los humanos somos malos rastreadores porque andamos lejos del suelo, donde está la mayoría de las partículas. Nuestra nariz es pequeña, comparada con otras especies, ya que tenemos pocos receptores de olor: sólo 10 millones; los perros tienen 220 millones.
El olfato está vinculado al rinencéfalo (una de las áreas más primitivas del cerebro) y es uno de los sentidos que se desarrollan más temprano en la infancia. Es de los que más tarda en degenerarse: las primeras señales de envejecimiento surgen, en promedio, a los 60 años. cafe56.net
(Con información de: Quo.mx | Para: Cafe56.net | Derechos de Foto: Gettyimages.com)
